La fascinación por las historias de crímenes reales no ha dejado de crecer en los últimos años, y Netflix lo sabe. Tras el éxito rotundo de la primera temporada de la serie, Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer, el famoso showrunner Ryan Murphy nos sumerge nuevamente en el mundo de la oscuridad humana con la batuta del guion y la dirección la segunda temporada de la serie Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menéndez.
Esta segunda entrega de la antología (adelantamos que no es la última) explora uno de los crímenes más mediáticos de los años 90, con una narrativa que desdibuja las fronteras entre la culpabilidad, la justicia y la ambición.
El Resurgimiento de un Caso que Impactó al Mundo
La noche del 20 de agosto de 1989, una llamada al 911 desde Beverly Hills alertó a la policía sobre un doble asesinato. Al llegar, encontraron los cuerpos de José y Kitty Menéndez, brutalmente abatidos a escopetazos. Inicialmente, sus hijos, Lyle y Erik, presentaron una coartada y sugirieron que su padre podría estar involucrado con la mafia.
Sin embargo, la historia tomó un giro inesperado cuando los hermanos Menéndez confesaron el crimen y alegaron años de abusos por parte de sus padre y que su madre no hizo nada por evitarlo.

El caso polarizó a la opinión pública. Por un lado, los testimonios de abuso generaron empatía hacia los hermanos; por otro, las evidencias, como los gastos excesivos tras los asesinatos y un guion escrito por Erik sobre un joven que mata a sus padres, sembraron dudas sobre sus motivaciones.
Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menéndez. Una Relación Compleja
La dinámica entre Lyle y Erik era mucho más que una simple relación fraternal. Desde pequeños, ambos vivieron bajo la sombra de un padre controlador y autoritario y una madre que, aunque presente, no parecía ofrecerles protección real.
Los testimonios de abuso sugieren un ambiente familiar plagado de secretos y manipulaciones, donde los hermanos desarrollaron una codependencia intensa que los llevaría a cometer un acto extremo para librarse de su realidad.

Lyle, el mayor, era visto como el líder. Con una personalidad fuerte y ambiciosa, tomaba la iniciativa en la mayoría de sus decisiones, incluyendo las relacionadas con el crimen.
Erik, en contraste, era más sensible y vulnerable, lo que lo hacía susceptible a la influencia de su hermano. Esta dualidad de personalidades se refleja en la narrativa de la serie, donde se exploran las luchas internas y externas que enfrentaron juntos.
La Visión de Ryan Murphy: Capas de Realidad y Ficción
Ryan Murphy se enfrenta al desafío de narrar un caso donde las verdades se entrelazan con las mentiras. A través de una dirección impecable y actuaciones destacadas de Nicholas Alexander Chávez y Cooper Koch como Lyle y Erik, la serie ahonda en las complejidades psicológicas de los hermanos. Murphy construye una narrativa que, como el caso real, no ofrece respuestas definitivas, dejando al espectador oscilando entre la simpatía y el juicio.

La serie utiliza flashbacks y narraciones no lineales para adentrarse en el pasado de la familia Menéndez. Este enfoque permite al espectador comprender mejor los factores que llevaron a los crímenes, al tiempo que crea una atmósfera de incertidumbre. Murphy juega con la percepción del espectador, presentando versiones contradictorias de los eventos y desafiando constantemente nuestras creencias.
Victimarios y Víctimas: Una Línea Borrosa
La serie plantea una pregunta central: ¿Fueron Lyle y Erik monstruos despiadados o víctimas atrapadas en una dinámica familiar destructiva? Al narrar los abusos que supuestamente sufrieron, la producción abre una ventana a la posibilidad de que el asesinato fuera un acto de desesperación. Sin embargo, también explora las contradicciones de su versión, como los indicios de codicia y el comportamiento posterior al crimen.
En la serie, estas ambigüedades se ven reforzadas por las actuaciones de los actores principales. Nicholas Alexander Chávez y Cooper Koch logran transmitir una compleja gama de emociones, desde la vulnerabilidad y el miedo hasta la frialdad calculadora. Esto permite al espectador conectar con los personajes sin dejar de cuestionar sus acciones.
El Caso en la Cultura Popular
El caso Menéndez ha perdurado en la memoria colectiva gracias a su cobertura mediática. En su época, los juicios fueron transmitidos en televisión nacional, convirtiéndose en un espectáculo que polarizó a la audiencia. La serie aprovecha este contexto para reflexionar sobre el papel de los medios en la construcción de narrativas simplistas que reducen casos complejos a meros titulares.

Además, el resurgimiento de este caso en redes sociales, especialmente en plataformas como TikTok, ha generado un nuevo debate entre quienes consideran a los hermanos como víctimas y quienes los ven como criminales. La serie de Murphy aborda esta dualidad al retratar los eventos desde distintas perspectivas, ofreciendo una experiencia envolvente y provocadora.
Comparaciones Inevitables de la 2ª temporada de Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menéndez con la 1ª temporada de Monstruos, basada en Jeffrey Dahmer
Aunque Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez es fascinante, inevitablemente vive a la sombra del éxito de Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer. La interpretación de Evan Peters y el carácter macabro del caso Dahmer son difíciles de superar. No obstante, la nueva entrega se destaca por su enfoque en las dinámicas familiares y su capacidad para generar una empática reflexión en lugar de simple morbo.
Reflexiones Finales: Un Viaje a la Psique Humana
La serie no solo es un relato sobre un crimen atroz; es un estudio profundo sobre los efectos del trauma y las relaciones familiares disfuncionales. Sin caer en respuestas simplistas, Murphy nos desafía a mirar más allá de la superficie y considerar los factores psicológicos y sociales que pueden llevar a individuos a cometer actos atroces.
Al final, Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez deja al espectador con más preguntas que respuestas. ¿Podemos realmente comprender lo que ocurre en las mentes de quienes cometen actos tan extremos? ¿Cómo debemos abordar los casos de abuso familiar en el sistema judicial? Estas preguntas, aunque incómodas, son cruciales para comprender la complejidad de la naturaleza humana.
El Futuro de la Antología Monstruos
Con una tercera entrega centrada en Ed Gein, conocido como «el carnicero de Plainfield» e inspiración para personajes icónicos como Norman Bates, Ryan Murphy promete seguir explorando los rincones más oscuros de la mente humana. Gein, quien perpetró crímenes escalofriantes en los años 50 y sirvió a Hitchcock como inspiración para el personaje de Norman, en Psicosis.

Los fanáticos del true crime pueden esperar una producción que profundiza en el impacto cultural de los crímenes de Gein, al tiempo que examina las motivaciones psicológicas y sociales detrás de sus acciones. Si algo ha demostrado Murphy con esta antología, es su habilidad para transformar historias reales en narrativas cautivadoras que no solo entretienen, sino que también invitan a la reflexión.
Conclusión
Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del mal, las complejidades del trauma y las contradicciones de la justicia. Una serie que, aunque no alcanza el impacto de su predecesora, logra dejar una huella indeleble en quienes se atreven a adentrarse en su mundo oscuro y estratificado.
Es un recordatorio de que, en el fondo, la humanidad está llena de matices que desafían nuestras percepciones más arraigadas.
