¿Cuál es el drama del Joker? El personaje de Joker es mundialmente conocido como villano archienemigo del superhéroe Batman. Desde hace décadas somos testigos de la exitosa aparición de Joker en las historias de DC Comics (Detective Comics). Sin embargo, la película Joker (2019, escrita por Todd Philipps y Scott Silver, dirigida por Todd Philipps, protagonizada por Joaquin Phoenix y producida por Warner Bros) no es un film de superhéroes.
No trata de impactarnos con sus efectos especiales hollywoodienses. Este nuevo film bebe mínimamente de la esencia de un mítico personaje, sí. Pero quita el foco del dueto héroe-villano para ponerlo sobre un contexto dramático.
DE VILLANO DE BATMAN A UN GUETO DE GOTHAM
Joker es un personaje de ficción de largo recorrido histórico con numerosas y estelares apariciones. Sin embargo, el rol que desempeña en el film Joker de 2019 cambia su paradigma radicalmente. Y lo hace para ilustrarnos social, criminal y psicológicamente hablando. Y nos remueve. Sin duda, se trata de la más controvertida y prodigiosa adaptación del drama del Joker de DC Comics a la gran pantalla.
Es así como Joker pasa de ser el villano de Batman a ser un marginado de un gueto de Gotham. Esta es la ciudad donde siempre tiene lugar la historia del superhéroe y su antagonista. Y si no fuera por un par de referencias a la familia Wayne y a la historia de Bruce Wayne, podríamos pensar que Joker versa sobre la triste y dura vida de un hombre cualquiera. ¿Dónde y cuándo? En la contemporánea ciudad de Nueva York en lugar de Gotham.
LA CONTROVERSIA SOCIAL DEL DRAMA DEL JOKER
Ciertos profesionales de la salud afirman que un guion cinematográfico como este podría perpetuar ciertos estereotipos. Nos referimos a los que dañan la tan denostada imagen de los enfermos mentales. También hay quienes analizan la historia desde una perspectiva puramente didáctica. ¿Cómo? Convirtiéndose este personaje y su historia en el foco de estudio de la construcción de un brutal asesino a partir de una mentalidad insana.
Sabemos el deterioro mental no necesariamente conduce a la violencia criminal, pero se trata de un factor de riesgo importante. También sabemos que la relación entre la enfermedad mental y la tendencia a delinquir nos habla de un vínculo. Este es entre problemas psiquiátricos y/o psicológicos y de violencia. Y es, cuanto menos, controvertido en la sociedad actual y en el mundo del cine.
La lucha contra ciertos estereotipos de exclusión de personas con trastornos mentales es una cuestión de vital importancia. Asimismo, el estudio de los criminales que atentan contra el bienestar de la propia sociedad es indispensable para poder anticiparse. Pero no solo eso. También para dar solución cuando el mal provocado por una persona insana mentalmente esté hecho. Y el cine a lo largo de toda su historia (que es mucha), muestra la cruda realidad y remueve la conciencia del espectador, provocándole una reflexión casi obligada.
LA ENFERMEDAD MENTAL COMO PRINCIPAL FACTOR DE RIESGO
Abandono emocional en la infancia, falta de apego y traumas infantiles. Un diagnóstico de depresión y delirios probables de un trastorno personal esquizotípico… Sin duda, el vínculo entre los problemas de salud mental y la violencia es controvertido. No se puede ni se debe estigmatizar a las personas con enfermedades y trastorno mentales como personas peligrosas. Pero sí sabemos que la enfermedad mental es una predisposición significativa a la violencia.
La violencia de Arthur Fleck está captada de forma auténtica porque son agresiones reactivas, esto es, el uso de la agresión como respuesta ante una ofensa real o percibida. Arthur Fleck no es un tipo violento per se. Es solo que no sabe reaccionar sin perder completamente los estribos. Los cinco asesinatos (un total de ocho víctimas) vistos en la película no son nada aleatorios, sino que son producto de haber percibido un ataque, aunque con diferentes motivaciones. Es una bomba de relojería andante que espera a explotar. ¿Y qué le hizo detonar? Un estrés vital significativo, palizas, perder un trabajo, un hallazgo vital imposible de encajar…
EL PESO DE UNA VIDA DIFÍCIL
Arthur es un mal comediante. Lo sabe, y eso lo frustra. Esa tristeza crece cuando su madre le dice que no tiene la capacidad para hacer reír a la gente. Que no es gracioso. Desmoralizado y despedido como cómico. Así se siente. Sin idea acerca de cómo ser aceptado por los demás.
Enfrenta su depresión con agresiones verbales y físicas hacia su persona. Compañeros del gremio le dicen que es raro, que no es como el resto de la gente. Un grupo de jóvenes pandilleros lo golpean por el mero placer de propinarle una paliza. No hay nada de afecto hacia él. Arthur no recibe un abrazo o palabras de aliento. Solamente recibe atenciones que contribuyen a incrementar su sentimiento de ira respecto a una sociedad que lo rechaza. ¿La consecuencia? Siente que no encaja.
A lo anterior se le suma una extraña enfermedad que posee (epilepsia pseudobulbar) y que consiste en que no puede parar de carcajearse cuando se siente vulnerado o lastimado. Incluso trata de hacérselo entender a quienes lo observan con desprecio por este rasgo, y lo hace con una pequeña tarjeta donde explica su mal, aparte de especificar que es tratado con ayuda psicológica. Para ello, Arthur acude a terapia cortesía de la asistencia social en Gotham. Pero le es interrumpida cuando se retiran los fondos gubernamentales destinados al trato de la salud mental. También se le quita el suministro de medicamentos que necesita como parte de su tratamiento psiquiátrico.
EL DRAMA DEL JOKER: UNA DIMENSIONALIDAD COMPLEJA
Deprimido, enojado y con ansiedad. Arthur Fleck igualmente tiene alucinaciones, mismas que se reproducen con mayor intensidad sin sus medicamentos. El descontrol de sus emociones y el hartazgo de una sociedad que no le quiere conforman su detonante. ¿Y cuál es? El que lleva a una característica importante del perfil psicológico del Joker: matar. Y siente placer por eso. Lo siente en tal cuantía que no experimenta remordimientos, le gusta hacerlo. Al reconocer que no ha sido feliz en ningún momento de su vida, Arthur Fleck se desprende de esa personalidad que tanto daño le hizo para convertirse en Joker, un tipo que se siente realizado como símbolo de anarquía y destrucción en Gotham, que atraviesa por una fuerte crisis social y la gente molesta lo percibe como un líder.
El personaje de Arthur parece muy infantilizado y con pobres habilidades sociales. Pero es acorde con la estimulación recibida en el seno de su familia.El personaje es una persona con problemas psiquiátricos que pueden tener una base biológica y un fuerte componente ambiental. En el film encontramos una buena profundización en las consecuencias sociales del rechazo y el crecimiento en ambientes desfavorecidos.
LA CRIMINALIDAD COMO VEHÍCULO HACIA SU LIBERTAD
Imagina que un día descubres que toda tu vida ha sido una mentira. Piensa que la única persona que te ama en realidad resulta ser tu peor enemiga. Se trata de tu madre. Es imposible plantearse cómo reaccionaríamos cada uno de nosotros. Arthur no mata por falta de medicación. Pero su ausencia no favorece la gestión de sus mecanismos de autocontrol. Tampoco su gestión emocional ni activación reflexiva de la moralidad previa a ejercitar su violencia.
En la película Joker las enfermedades mentales de Arthur Fleck por bien o mal representadas que estén, no serían en ningún caso la causa de su comportamiento asesino. Más bien, uno de los factores de riesgo más importantes que le condicionan frente al resto. ¿Y cómo ocurre? Aumentando sus posibilidades de exclusión social, haciéndole ser objeto de burlas y otras complicaciones. Esto, sumado a la precariedad y otros problemas derivados, facilita que tome decisiones conscientes y violentas.
LA BÚSQUEDA IRREFRENABLE DEL PODER INTERIOR
La película Joker plasma el viaje de alguien que busca poder y fuerza. Quiere liberarse de lo que le oprime. Cuenta con una base deficiente instaurada por su depresión o la falta de medicamentos. Y esto empuja a esa sensación de búsqueda de libertad. Arthur recoge poder con sus bailes, energizándose por sus actos de violencia deliberados.
Fleck se libera a sus apetencias sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos. Lo hace sin empatía y bañado en un narcisismo que poco tiene que ver con su condición de bufón fracasado. Tampoco con su patología de risas en momentos poco adecuados, sus visiones y delirios o su falta de medicación. Hay una entrega consciente a sus bajos instintos.
La condición mental de Arthur le impide ajustarse a las normas sociales básicas. Por ello es percibido como un ser “extraño”. Tal y como él mismo afirma al final de la película… “Lo peor de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras”. Si te has quedado con ganas de más, no te pierdas la segunda parte de este artículo sobre el drama del Joker. También te recomiendo que veas la película y juzgues por ti mismo. Está disponible (bajo alquiler) en Amazon Prime.
Por Tery Logan
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