Hablamos de la adicción emocional y a las historias. Hablamos de la atracción que sentimos por las emociones que experimentamos a través de otros. De los personajes. Hablamos de literatura o del ámbito cinematográfico. Hablamos de protagonistas ajenos a nuestras vidas que nos hacen reconectar con la vida misma, esa que, a veces, día a día nos hastía.
“Porque conozco otras facetas de la vida. Aprendo. Me divierto. Adquiero cultura. Me entretiene, es pura evasión… Me gusta. Desconecto. ¡Soy feliz! “. Estas son algunas de las razones por las que consumimos ficción (libros, series o películas).
Del aspecto intrínseco al extrínseco de las emociones
Si habéis visto la película Del revés (Insideout), recordaréis que al mando del cerebro emocional están Alegría, Tristeza, Asco, Ira y Miedo, lo que denominamos emociones primarias. Y es que las emociones son intrínsecas a nosotros, no podemos prescindir de ellas ni negarlas, como bien alecciona esta preciosa película. Las emociones son una función de la evolución humana, pero, ¿para qué nos sirven?
Para aprender, para enfrentarnos a situaciones y resolver problemas, para avisarnos de un peligro, para comunicarnos entre nosotros, para establecer nuestras metas y prioridades y para conocernos mejor a nosotros mismos. De ahí nuestra adicción emocional. No podemos ni queremos vivir sin emociones y nos vemos obligados a satisfacer esa necesidad emocional día a día. ¿Te gustaría saber por qué las buscamos en la ficción?
Dentro de las propias experiencias que nos generan emociones y nos sacan de la zona de confort, hay miles de opciones. Unas son reales, que nos generan preocupaciones, conllevan tener que decidir y que nos responsabilicemos, y precisamente por eso, nos generan quebraderos de cabeza, miedo y también sorpresas, pero con el ocio emocional lo que vivimos, lo que sentimos como real le está pasando a otro, y una vez el capítulo, la película o el libro acaban, nuestra emoción instantánea se desvincula y volvemos a nuestra realidad, para bien y para mal.
Hablamos del ocio emocional
Hoy en día, dentro del ocio emocional disponemos de muchas opciones: desde deportes de aventura hasta los safaris, pasando por el parque de atracciones, los survival games, las habitaciones de escape o el microteatro. Ver cine es una actividad muy accesible. Y leer, ni os cuento. Su coste es bajo o nulo. Son adaptables 100% a nuestras ocupadísimas agendas… Y, lo más importante, es que son actividades inocuas para nuestra salud física y favorables para nuestra salud mental y emocional.
Aumentan nuestra imaginación, nuestra concentración y nuestra comprensión. Adquirimos léxico, cultura y nuevos temas de conversación. ¿Resultado? Esto repercute directamente en nuestras habilidades sociales. Sobre todo en la empatía, ya que al vivir a través de los ojos de los personajes, somos conscientes de otras formas de vivir, de pensar, de actuar y conocemos otras culturas. Y, esto, en consecuencia, ensancha y flexibiliza nuestra mente.
Si además, recordamos esa necesidad de satisfacer nuestra adicción emocional, una buena película o un buen libro nos van a remover por dentro. Nadie o casi nadie elegiría como libro o film favoritos aquellos que técnicamente están perfectamente llevados pero que no les han llegado a enganchar emocionalmente. Recordamos lo que nos impacta y nos gusta sentirnos identificados para reforzar vivencias o reflexiones propias o sorprendernos y descubrir otras que jamás nos hubiéramos planteado. Pero siempre sentir.
Los creadores de historias y de la adicción emocional
Y aquí es donde llega la labor del escritor y del guionista. Si sabemos que esas emociones son ficticias, ¿por qué nos influencian tanto? Porque la creatividad y el talento de escritores y guionistas se entrelazan con la conexión que genera con el lector o el espectador. Todas, absolutamente todas las relaciones personales funcionan a través de las emociones. «Me cae bien, le odio, la amo, me cabrea, no lo soporto, qué envidia siento por él…
Conseguir vuestra implicación con mente y corazón es trabajo nuestro. Un trabajo duro. No nos vamos a engañar. Pero apasionante. Y os aseguro que aprendéis tanto vosotros como nosotros, porque esa conexión de a dos es bilateral. Personalmente, me siento afortunada de ser lectora-espectadora y escritora-guionista, porque aprendo por partida doble. Y como aprender es siempre enriquecer nuestras vidas, os agradezco que estéis leyendo este artículo y enriqueciendo, así, de alguna forma, la vuestra.
Por Tery Logan